El hombre moderno entre la ciencia y la ignorancia

El texto original fue publicado en MECC el 9 de noviembre de 2022. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.

Dr. Michel E. Abs

Secretario General del Consejo de Iglesias del Oriente Medio

En 2001, la UNESCO designó el 10 de noviembre como Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. «Este día pone de relieve el importante papel de la ciencia en la sociedad y la necesidad de que el público en general participe en los debates sobre las nuevas cuestiones científicas. También hace hincapié en la importancia y la relevancia de la ciencia en nuestra vida cotidiana», según se indica en la página web de la organización en cuestión.

Además, este día pretende «vincular más estrechamente la ciencia con la sociedad», así como «garantizar que el público en general esté informado sobre los avances científicos».

Este día también responsabiliza a los científicos de «ampliar la percepción sobre la Tierra en la que vivimos y su fragilidad, lo que motiva la acción para hacer nuestras sociedades más sostenibles».

En cuanto a la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada el 2 de diciembre de 2021, confirmó la propuesta de «declarar 2022 como el Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo Sostenible», considerando que las aplicaciones de las ciencias básicas desempeñan un papel vital para lograr el progreso en diversas áreas básicas de la vida humana, que incluyen la medicina, la industria, la agricultura, los recursos hídricos, la planificación energética, el medio ambiente, las comunicaciones y la cultura, por nombrar algunas.

En su página web, la UNESCO informa de que la celebración anual del Día Mundial de la Ciencia tiene como objetivo alcanzar un «nuevo contrato social para la ciencia», que atribuye a la ciencia y a los científicos una responsabilidad primordial en el «establecimiento de sociedades sostenibles». Además, este contrato garantiza que las personas estén informadas y puedan participar en los «avances en el campo de la ciencia». De este modo, el Día Mundial de la Ciencia ha contribuido a sensibilizar al público en general sobre la utilidad de la ciencia en su vida cotidiana. Además, este día inicia el diálogo sobre temas secundarios relacionados con la preocupación de la ciencia y la sociedad.

Cabe mencionar aquí que el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo del año 2017 llevó el lema «Aprovechar la ciencia para lograr el entendimiento mundial» por su impacto en la consecución de la paz y el desarrollo sostenible, «debido a su contribución al fortalecimiento del compromiso de los individuos y las comunidades locales para compartir el conocimiento con el fin de estimular la acción y los cambios de comportamiento». Todo esto se basa en el principio de que las ciencias tienen un papel clave en el entendimiento mutuo entre las sociedades porque facilitan nuestra comprensión de la sociedad, la vida y el universo, además de facilitar el cambio social y el desarrollo, el objetivo de todo pueblo que busca un futuro mejor.

No cabe duda de que una ocasión como ésta plantea una serie de problemas, cuestiones que acompañan nuestras vidas tanto en el plano cotidiano como en el estratégico.

El primer problema se refiere a la producción de la ciencia y a la financiación de esta producción y, en consecuencia, a la propiedad e inversión de esta producción al comercializarla como un material necesario para la sociedad. El coste de la investigación científica y de la producción de productos básicos no justifica los altos precios de estos productos en el mercado. La pregunta obvia que surge aquí es: ¿Quién controla la fijación de los precios de los bienes innovadores resultantes de la investigación científica, y son estos bienes propiedad de organismos monopolísticos?

El segundo problema se refiere al contenido del resultado de la investigación científica. ¿Tiene este resultado un impacto en la humanidad, individual o colectivamente? ¿Tiene implicaciones para la seguridad individual o la seguridad nacional? Por lo tanto, ¿en qué medida los productos de algunos tipos de investigación pueden afectar positiva o negativamente a la vida de las personas y de la sociedad?

El tercer problema está relacionado con la generalización de los resultados de la investigación científica a las personas y su libre disposición para su uso. Este problema, y las cuestiones que pueden derivarse de él, se basan en el hecho de que muchas investigaciones son financiadas por los gobiernos, y éstos no ponen condiciones a los investigadores ni a los resultados de sus investigaciones, lo que significa que tienen que poner los resultados de la investigación a disposición del público si se pueden utilizar directamente.

El cuarto problema se refiere a las condiciones de la investigación científica. ¿Respetan los investigadores de cualquier campo las distintas condiciones que protegen al ser humano y al medio ambiente? En otras palabras, al hombre no le interesa desarrollar un aspecto de su vida a costa de otros aspectos o de otras personas.

El quinto problema gira en torno al entorno de incubación de los resultados de la investigación científica. ¿Es el entorno social, cultural y técnico en el que se lleva a cabo esta investigación capaz de absorber y beneficiarse de los productos de la misma? Hay un momento cultural, así como un momento legislativo y un momento técnico, y todos ellos son requisitos previos para beneficiarse de los resultados de la investigación científica a nivel social.

En cuanto a lo que concierne a los especializados en la materia, es la brecha de investigación que existe entre las sociedades, al igual que el abismo electrónico que separa el mundo desarrollado del mundo en desarrollo. En este caso, no puedo esperar que la investigación científica y su producción sean iguales entre los países industrializados, prósperos y ricos, y los países en desarrollo y pobres, ya que los primeros están muy por delante de los segundos y atraen a investigadores y científicos frustrados de los segundos. La igualdad de oportunidades y la justicia están ausentes en este campo. Por ello, los interesados en la materia se preguntan hasta qué punto la investigación, en ciencias básicas en particular, puede ser un medio de sostenibilidad en el desarrollo social y un medio de paz entre los pueblos.

Tememos que la investigación científica perpetúe la fractura entre las naciones dominantes y las naciones derrotadas, que languidecen en los pantanos de la sumisión y la dependencia, sobre todo porque las inversiones de las naciones dominantes en las economías de las naciones débiles no permiten que éstas progresen, sino que aumentan su dependencia.

Por otra parte, no se puede pedir a las sociedades que son capaces de investigar científicamente que no lo hagan, porque el coste de la ignorancia es mucho mayor que todos los costes de la ciencia.

Se trata de una paradoja que sólo puede resolverse con un amor que desafíe la mente científica y administrativa tanto del investigador como del inversor. Que recuerden que tanto el Creador como la sociedad están detrás de sus éxitos, y que hagan justicia a la gente no aprovechándose de su ignorancia ni de su necesidad.

Realmente necesitamos un nuevo contrato social para la ciencia basado en la justicia y la humanidad.

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