La Declaración Universal de los Derechos Humanos... y la Dignidad
El texto original fue publicado en MECC el 12 de enero de 2023. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches
Dr. Michel E. Abs
Secretario General del Consejo de Iglesias del Oriente Medio
El momento y el contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos constituyen hitos en la historia de la humanidad, ya que se produce tras una feroz guerra que destruyó una parte importante de la civilización humana, durante la cual se adoptaron métodos de matanza y letalidad que se remontan a siglos atrás. La humanidad se ha visto en la necesidad de fortificarse frente a prácticas sociales, políticas, de derechos humanos, así como a prácticas económicas que pueden devolverla al punto cero, donde no hay retorno, en el camino de la aniquilación.
El texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es completo, exhaustivo, suficiente y adecuado, ya que abarca todos los aspectos de la vida, en varios niveles, y recuerda a las personas lo que se puede y no se puede cometer contra ellas.
En el preámbulo, la Declaración habla de «un reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana» y subraya sus «derechos iguales e inalienables», y considera que la dignidad y los derechos son «el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo».
La Declaración añade que «el desconocimiento y el desprecio de los derechos humanos» son la puerta de entrada «a actos de barbarie que hieren la conciencia humana». A continuación afirma que el objetivo de la humanidad es construir un mundo en el que prevalezcan las libertades individuales —y por supuesto las colectivas—, lo que incluye la libertad de expresión y la libertad de creencias, pero sin dejar de subrayar la necesidad de garantizar la seguridad y la suficiencia material para todos.
La Declaración considera que la ley tiene un papel fundamental en la «protección de los derechos humanos», con el fin de evitar la injusticia y la tiranía que pueden dar lugar a disturbios, malestar o levantamientos y revoluciones.
El preámbulo considera que la humanidad ha afirmado su adhesión a los axiomas de la Declaración, a «los derechos fundamentales del hombre y a la dignidad y el valor de la persona», así como a la igualdad de hombres y mujeres en derechos y deberes, «y ha resuelto impulsar el progreso social» con miras a elevar el nivel de vida en un clima general de libertad.
Antes de pasar a presentar los fundamentos de la Declaración, el texto confirma que el pueblo es plenamente consciente de la necesidad de cumplir este compromiso porque la Declaración constituye «el nivel común al que todos los pueblos y naciones deben aspirar». El texto señala que la enseñanza y la educación son los mejores medios que conducen a «la consolidación del respeto de estos derechos y libertades». El texto también insta a los Estados a «adoptar medidas sostenidas» para garantizar el reconocimiento de estos derechos y libertades.
Es realmente maravilloso observar la correlación entre derechos y dignidad en primer plano, ya que vemos cómo se hace hincapié en la erradicación de la ignorancia a través de la educación y en la lucha contra la pobreza, medio de humillación y esclavización de pueblos e individuos.
Además, el lector de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos tiene la certeza del alto nivel moral, ético y humano de un texto escrito hace tres cuartos de siglo, cuando la discriminación racial y los malos tratos entre las personas, e incluso la esclavitud, eran todavía prácticas populares, algunas de las cuales aún no hemos terminado. Hace unos años, vivimos en el Oriente de Antioquía experiencias que nos retrotrajeron a la época del cautiverio y la trata de esclavos, en un tiempo en el que no soñábamos con que tales prácticas siguieran produciéndose.
Por otro lado, gracias a la educación, la concienciación y la aplicación de las leyes, nos encontramos con que el mayor porcentaje de la humanidad considera las normas enumeradas en la Declaración como axiomas que deben asegurarse y establecer leyes de trato entre las personas.
Siempre es lo mismo, la carrera entre el bien y el mal, las fuerzas del bien escalan y aumentan su influencia, pero la falsedad a veces tiene una ronda, por no decir rondas de creciente influencia
De ahí, pues, la necesidad de inmunizar, de inmunizar las mentes y las almas consolidando valores que aseguren un futuro mejor para la humanidad.
De ahí también la necesidad de promover la cultura de los sanos derechos humanos a nivel de la humanidad y hacer de ellos una guía de vida a todos los niveles, así como transformar sus categorías en un credo para la humanidad.
Todo ello para evitar los fracasos en los que puede caer la humanidad y que podrían llevarla al abismo, porque las fuerzas del mal, del oscurantismo y de la represalia intentan siempre afilar sus espinas y amenazar los logros del hombre. Tales fracasos pueden demoler en un santiamén lo que se había construido durante siglos, volviendo así con la humanidad al punto de partida.
La Organización Internacional haría bien en dar un nuevo impulso a los derechos humanos, en lanzar la campaña «Dignidad, libertad y justicia para todos» y en hacer un llamamiento al mundo para que se levante y defienda los derechos humanos.
Debemos detenernos aquí y subrayar la importancia de la dignidad, que se mencionó en el título que se dio a la presente campaña, al igual que se mencionó varias veces en la propia proclamación que se hizo para ella.
El prólogo de la Declaración se centraba en la dignidad y la consideraba inseparable de los derechos, y en el Consejo de Iglesias del Oriente Medio avanzamos en la misma dirección.
Nuestros proyectos humanitarios, desde la guerra de Palestina en los años 40, hasta las guerras de Irak y Levante en la pasada década, pasando por la guerra del Líbano en los años 70 y 80, se han caracterizado por situar la dignidad humana a la altura de la fila de la vida, y hemos afrontado todos los acontecimientos con la lógica de que toda vida no es más que un paso hacia la gloria.
Hemos formado a nuestros equipos de trabajo, en las diversas zonas afligidas que se extienden al oriente de Antioquía, para tratar a los sin techo, a los afligidos y a los indigentes, con la dignidad del amor que el Maestro Encarnado nos ha encomendado subrayar, pues hemos aprendido a hacer el bien incluso a quienes abusan de nosotros. ¿No había evitado Él la humillación real de la mujer a la que su comunidad estaba a punto de apedrear? En el mismo contexto, el sabio Sahaby (compañero) del Profeta declaró que nadie tiene derecho a esclavizar a personas a las que sus madres dieron a luz como personas libres, ya que afirmó que «no hay superioridad para un árabe sobre un no árabe, ni para un no árabe sobre un árabe, ... excepto por la piedad».
Me considero satisfecho con estos rasgos que nos indican lo profundamente arraigados que están los derechos humanos en nuestras creencias religiosas, y no creo que nadie tienda a creer lo contrario.
El Consejo se ha ocupado ampliamente de los derechos humanos durante los años ochenta y noventa, y tiene una larga historia en este campo, pero hoy nos centramos en el concepto de dignidad humana.
Además del lema «Servimos con Dignidad» aprobado por el Departamento de Socorro y Servicio Social, y su título indica las actividades del Departamento, como se plasma en los claros servicios prestados por su crecimiento al oriente de Antioquía, por donde han pasado los nuevos bárbaros, los enemigos del hombre y sus derechos. Además, el Departamento de Teología y Relaciones Ecuménicas forma a actores responsables cuya misión es ayudar a las personas a salir de las crisis psicológicas por las que han pasado durante las rondas de violencia en sus zonas de residencia. Este programa tiene un gran papel en la rehabilitación de la dignidad humana, que conduce a la consecución de los plenos derechos humanos. Este departamento también está preparando programas de desarrollo adicionales para atender a las personas y ayudarlas a salir de las crisis en las que se han visto sumidas por los graves acontecimientos que afligieron a la región durante la pasada década.
En el mismo contexto, el Consejo de Iglesias del Oriente Medio se dio cuenta de que no sólo debía tratar la cuestión de la dignidad humana a través de sus programas, sino más bien establecer un programa especializado para ello, para atender a una región en la que el hambre y la falta de vivienda han llevado a gran parte de su población a la pérdida del significado mismo de la dignidad humana. Por lo tanto, nuestro marco estratégico cuatrienal, que lanzamos en 2021, incluía la tensión de reconfigurar el capital social, rehabilitar la dignidad humana y construir un sistema de valores que se ha visto gravemente dañado por la falta de vivienda y la miseria, y todos sabemos lo agotadora que es el hambre.
Este proyecto, que hemos denominado «Dignidad humana – Exploración y restauración –- Una perspectiva del Oriente Medio», contempla tres objetivos: el primero es sensibilizar y generalizar el concepto de dignidad en el discurso cotidiano, el segundo es llevar a cabo una investigación y un análisis del estado de la dignidad humana en marcos sociales específicos, y el tercero es construir un índice de dignidad humana para evaluar la situación de la dignidad en nuestra región como preludio de futuras intervenciones, basadas en los resultados de la investigación y el análisis mencionados.
En cuanto al resultado de este proyecto, será el desarrollo de una conciencia a largo plazo, la difusión del concepto de «dignidad», el establecimiento de redes de comunicación y canales de interacción a nivel de sociedades, organizaciones, asociaciones, así como a nivel del público en general, además de cambiar la forma de pensar y actuar de las personas para lograr un crecimiento cada vez mayor de la justicia social y la igualdad, y capacitar a los jóvenes para defender sus derechos y los derechos de los demás y denunciar la injusticia.
Por otro lado, la ejecución de este proyecto permitirá identificar y clasificar las violaciones contra la dignidad humana y la sociedad, y orientar sobre las formas de superar las dificultades para restablecer la dignidad humana. También pretendemos proporcionar a los responsables de las políticas públicas medios científicos para restaurar y proteger la dignidad humana.
En un contexto relacionado, se diseñó un conjunto de herramientas e indicadores específicos para medir la concienciación así como la sostenibilidad de la dignidad humana en Oriente Medio.
En cuanto al aspecto práctico, la ejecución del proyecto se llevará a cabo mediante seminarios, campañas de sensibilización, conferencias, debates y mesas redondas, además de encuestas sobre el terreno. Como apoyo a estos actos, investigadores y profesores universitarios serán socios de este proyecto, y muchos de ellos han participado en los seminarios introductorios que hemos dirigido hasta hoy.
Estos seminarios mensuales, que son cinco hasta la fecha, han incluido temas relacionados con diversos problemas sociales desde la perspectiva de la dignidad humana. El primer seminario versó sobre la situación de los palestinos, el segundo sobre la pobreza y el desempleo, el tercero sobre las mujeres, el cuarto sobre los ancianos y el quinto sobre las personas con necesidades especiales. En cuanto al sexto, que estamos preparando, versará sobre la dignidad humana de los presos.
Cabe mencionar en este contexto que todos estos seminarios se llevan a cabo con una lógica regional del Oriente Medio y cuentan con participantes, conferenciantes y asistentes, de diferentes países de la región y de diferentes orígenes religiosos o étnicos, ya que estos fueron algunos de los principios defendidos en las políticas de trabajo del Consejo desde su creación.
Es cierto que la mancha de aceite de la sofisticación y el respeto por los derechos humanos y la dignidad se expande, e incluye estratos sociales en ascenso, y es cierto que muchos de los objetivos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se han convertido en postulados de la humanidad y axiomas de vida, pero el peligro de retrocesos está presente en todo momento y lugar donde la locura humana domina y derriba todo logro alcanzado. Por ello, es necesario mantener el ímpetu en la difusión de los valores que destila la publicidad y lograr que llegue al mayor número de personas en el mayor número de sociedades.
La concienciación del conocimiento cultural es la mejor manera de elevar la inmunidad humana contra la reincidencia.
Necesitamos una cultura de los derechos humanos para asegurarnos de que la humanidad ha salido de la jungla hacia la sociedad para no volver jamás, y para evitar que se extienda el darwinismo social, donde el fuerte mata al débil, para que cada ser humano obtenga sus derechos, y su dignidad sea la corona de estos derechos.
Necesitamos una cultura de los derechos humanos para que «no se culpe y desprecie al ladrón de flores, y no se llame valiente y peligroso al ladrón de campos», como se menciona en el poema «Al-Mawakab» de Khalil Gibran.
Con Gibran concluyo también mi discurso: «Me dicen que si ves a un esclavo dormido, no lo despiertes para que no sueñe con la libertad, y yo les digo que si veo a un esclavo dormido, lo despertaré y le hablaré de la libertad».