Una oración por la humanidad
El texto original fue publicado en MECC el 19 de enero de 2022. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.
Dr. Michel E. Abs
Secretario General del Consejo de Iglesias del Oriente Medio
Desde el corazón de Beirut hemos venido, desde la Iglesia armenia, en nombre de los santos Elías y Gregorio, nos hemos reunido para lanzar la semana de oración por la unidad de los cristianos y, por qué no, por la unidad del hombre.
Desde el corazón de la región que ha sido testigo de la destrucción, la división y la fragmentación del Líbano, hemos venido a pronunciar la palabra del Verbo Encarnado, un acto de fe en el hombre.
Desde esta región que presenció el ataque y la deserción entre facciones beligerantes, o más exactamente entre países beligerantes, vinimos en esta noche oscura de la historia de la humanidad a decir la palabra del Niño nacido en el pesebre sobre cuyos pañales habían votado los verdugos y asesinos, tal como pretenden hacer hoy los que están a punto de votar sobre el manto del Líbano así como sobre el del Mashreq.
La humanidad atraviesa hoy las fases más críticas de su historia: desplazamientos y desalojos, miseria y explotación, pobreza y hambre, aumento del analfabetismo y contaminación del medio ambiente, y este cuadro se ha agravado, por no decir que se ha exacerbado por la pandemia o como consecuencia de ella. Lo importante es que la raza humana está en crisis.
En este sangriento escenario, que hace sangrar las conciencias y los corazones, los cristianos se unieron y aunaron esfuerzos para celebrar una semana de oración por su unidad, surgida de Oriente, donde se encarnó el Salvador y donde la estrella fue el indicador y la prueba de ese momento único en la historia de la humanidad.
Como empresa conjunta entre la Ciudad del Vaticano, el Consejo Mundial de Iglesias y el Consejo de Iglesias del Oriente Medio, un sentimiento de unidad habitó en todos los corazones e inspiró las mentes dando lugar a un espíritu de orientación común conjunto que engendró este folleto escrito en árabe como referencia de oración común en nuestro mundo árabe en el que existen varios dialectos, culturas y herencias que albergan la fe cristiana tal como la abrazaron y la transmitieron más allá de su propia circunscripción.
Este folleto es el fruto de un trabajo diligente realizado por un grupo de creyentes cultos y conscientes de la necesidad de ser uno en Cristo. Se trata de una obra muy coherente, muy armoniosa, que encarna un ecumenismo que siempre hemos defendido desde que tomamos conciencia de su necesidad para contribuir a formular un crisol común de diferencias que impida nuestro eventual deslizamiento hacia las divisiones.
La mano de Dios está con el grupo, como dice el refrán popular, tanto más si este grupo es consciente de sus principales metas y objetivos en la vida y es fiel a ellos.
Nuestro mensaje durante la semana de oración es que el Oriente, que fue testigo del acontecimiento de la encarnación del Señor y que atestiguó la primera difusión de Su mensaje, desde Jerusalén hasta Antioquía en el oeste, y desde Beth Nahrin en el este hasta el valle del Nilo en el oeste, y luego hasta los confines del mundo, nuestro mensaje es que esta región, a pesar de la larga noche que la abarca, sigue siendo la fuente inagotable de la luz celestial.
Nos reunimos en su nombre cada día, Él que está entre nosotros y con nosotros, inspirándonos a elegir el camino correcto, fortaleciéndonos y dándonos esperanza para un mañana mejor. Él nos guía hacia las decisiones correctas en todo lo que hacemos en el Consejo de Iglesias del Oriente Medio. Más bien, Él está presente en cada decisión que tomamos, en cada dirección que tomamos y en cada rumbo que adoptamos. Él es quien nos ilumina el camino para elegir las mejores formas de servir a sus refugiados y a los que están cansados y agobiados. Es Él quien nos aconseja cada día sobre sus hermanos pequeños, y es Él quien nos recuerda en cada momento la necesidad del perdón y del amor a nuestros enemigos, así como nos suplica que bendigamos a los que nos maldicen y hagamos el bien a los que nos ofenden. Es Él quien en su conducta y por su conducta nos enseñó que la dignidad del hombre es igual a su existencia y que no tiene que mendigar para adquirir la verdad.
Aquí debemos declarar que los pastores de la Iglesia de Cristo son nuestro apoyo y sostén, pues constituyen la piedra angular de todo lo que hacemos. Nunca han escatimado en proporcionar y facilitar todo lo que necesitamos. Siempre nos han hecho sentir como en casa en nuestra Iglesia, dondequiera y cuandoquiera que vayamos, y son los facilitadores en la consecución de nuestros logros.
En nombre de los compañeros que trabajan incansablemente en el Consejo de Iglesias del Oriente Medio, me dirijo a los pontífices de la Iglesia, en Oriente, en el Valle del Nilo y en todas las regiones de Oriente Medio, a los aquí presentes y a los ausentes, con agradecimiento y gratitud por toda la ministración, atención y apoyo que nos brindan, y somos fieles a nuestro compromiso de acción conjunta. Nuestros logros les deben mucho.
En cuanto a las organizaciones internacionales, ecuménicas, laicas, de desarrollo y de medios de comunicación, también les extendemos nuestro agradecimiento y gratitud por toda la atención que prestan a nuestra región, nuestros problemas y nuestras necesidades. El proceso de crecimiento de la asociación entre nosotros durante décadas de acción conjunta ha formado un vínculo entre nosotros y un lazo que no se puede desmantelar.
Concebimos la Semana de Oración por la Unidad como una promesa de amor que no conoce fronteras, un reconocimiento de las diferencias que no requiere ninguna necesidad de tolerancia y un reconocimiento de la diversidad que no requiere complacencia.
Concebimos la Semana de Oración por la Unidad como un anhelo por los que no se parecen a nosotros y más aún por los que difieren de nosotros.
Concebimos la Semana de Oración por la Unidad como la unidad del hombre en Cristo.
(Esta intervención fue pronunciada en la apertura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en Beirut el 16 de enero de 2022)